Francisco Javier Cervigon

Las Personas divinas
Hay tres tipos de personas:
1. divinas
2. humanas
3. angélicas
Aquí voy a tratar de las tres divinas Personas. Las tres Personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) no son la Creación.
Las Personas divinas.
Esta es la parte más extensa de todo el tratado de la Santísima Trinidad de Santo Tomás de Aquino. Abarca de la q. 29 a la 43. La conexión y dependencia que tiene el tratado de las Personas respecto al tratado de la Procesiones y Relaciones es verdaderamente íntima y profunda, orgánica. Sabemos que de las Procesiones en la Santísima Trinidad nacen las Relaciones. Veamos cómo las Relaciones aquí son precisamente las Personas. Las dos cuestiones, Procesiones y Relaciones, son en realidad básicas en nuestro conocimiento de la Santísima Trinidad.
No voy a seguir a Santo Tomás cuestión por cuestión. De todas sus cuestiones iré seleccionando las que me parecen principales, y exponiéndolas en la medida de lo posible.
De momento vamos a detenernos en las cuestiones 29 y 30, que tratan de la naturaleza y número de las Personas divinas.
A Santo Tomás le interesa demostrar que a Dios se le puede dar el nombre de Persona. Por eso, como es lógico, comienza definiendo lo que es la persona, para después aplicárselo a Dios de una manera analógica.
1. Concepto de persona
En el art. 3 ad 2um. de la q. 25 nos proporciona Sto. Tomás el origen de la palabra persona, citando a Boecio en su libro De duab. nat., C.3. El nombre de persona parece haberse tomado de aquellas personas que en las comedias y tragedias representaban hombres famosos. Estos personajes llevaban cubierta la cara con una máscara, a lo que los griegos llamaban prosopa. Debido a la concavidad de las máscaras se hacía más intenso el sonido de las cosas que decían, por donde los latinos derivan la palabra persona de la palabra per-sonare ‘resonar con fuerza’. Porque al disfraz que usaban los actores en el teatro representaba a alguien famoso, este nombre vino a significar la dignidad del hombre constituido en autoridad o la excelencia del que ocupa un lugar preeminente sobre los demás.
En el teatro de la antigua Grecia la voz no llegaba bien a los espectadores. Con las prosopas se expresaban sentimientos mediante muecas y al mismo tiempo aumentaban la voz. El latín tomó palabra persona del etrusco phersu y éste del griego προσωπον (prospora, ‘máscara’); máscara en griego está formada de προς (pros, ‘delante’) y ωπος (opos, ‘cara’) es decir ‘delante de la cara’. Del mismo vocablo procede prosopopeya, figura estilística consistente en retratar un personaje describiendo sus facciones y por extensión el resto de la persona. Persona >per sonare vocem ‘para hacer resonar la voz’.
Gabio Baso, en su obra Del Origen de los Vocablos, dice que “no teniendo la máscara que cubre por completo el rostro más que una abertura en el sitio de la boca, la voz, en vez de derramarse en todas direcciones, se estrecha para escapar por una sola salida, y adquiere por ello sonido más penetrante y fuerte. Así, pues, porque la máscara hace la voz humana más sonora y vibrante, se le ha dado el nombre de persona”.
En el derecho romano los esclavos eran hombres pero no personas. Los juristas romanos hacían como ahora hacen algunos que justifican el aborto y otras barbaridades menos malas: disociaban el concepto de persona del de ser humano. El concepto de persona apareció en parte, por tanto, como resultado de un proceso vinculado a la liberación, al menos teórica, de los esclavos (o de los bárbaros) y no como un mero concepto abstracto, mental, intemporal. Pero –y esto es lo más importante– este concepto de persona nace propiamente gracias a las controversias cristológicas de finales del siglo III y principios del IV, que no es este el sitio de explicar, y me limito a señalar que gracias a estas controversias se fue descubriendo dogmáticamente la verdad al irse refutando las herejías.
Con el tiempo en el antiguo ambiente del teatro romano se había designado persona también al actor y actriz. A fines del siglo III pC el filósofo cristiano Boecio nombró persona, por primera vez, al ser humano, al considerar que éste es la máscara de resonancia de la voz de Dios en el mundo. Gracias a la persona humana la voz de Dios resuena hasta el último rincón del universo (mundo en lat. con el significado de ‘limpio’, refiriéndose a la obra limpia que es la Creación; in-mundo sería ‘no-limpio’). La presencia de la persona modifica al mundo, el de persona pasa a ser un concepto trascendente, de trascendencia universal. Todo hombre, desde que se junta el óvulo y el espermatozoide, es necesariamente persona, y esto es irreversible, pase lo que pase jamás podemos perder nuestra condición de persona, aunque algunos poderosos de este mundo crean que sí a lo largo de los siglos.
La persona del actor era la tarima del personaje que sólo existía en el escenario. Cuando muere, el personaje quedará olvidado, pero la persona que es su soporte permanecerá. La esencia de ser persona no es sólo ser en sí sino también ser relación (donde más claramente se puede entender es en la Trinidad: Padre-Hijo-Espíritusanto).
Otros conceptos fundamentales relacionados son: prósopon, relación entre persona y personaje; hipóstasis, unión entre ambos en el escenario; y ousía, la esencia de la persona. Para Aristóteles esta ousía siempre es sujeto y nunca objeto (Cat.5.2.a). Ya veremos lo clave que es esto para el asunto de la verdad (“verdad” objetiva, “verdad” subjetiva, verdad absoluta, verdad relativa...).
Trasladado este concepto genérico a la metafísica, expresa el modo de ser perfecto propio de la substancia completa, individual y racional, reservándose para los seres irracionales el equivalente de supuesto. De manera que lo mismo que significa la persona en las sustancias racionales e intelectuales, expresa el supuesto en las irracionales. Según esto quedan excluidos del concepto de supuesto o persona:
a) los accidentes
b) todas las sustancias incompletas
c) las completas universales
d) las singulares completas comunicables o comunicadas a otra persona, como la naturaleza humana de Cristo.
Es propio de la persona ser una sustancia individual completa en sí misma, independiente e incomunicable. Sólo así se puede decir que el modo de ser de una sustancia es perfecto... Es decir, el supuesto, o persona, representa un individuo substancial, totalmente independiente de otro en el existir y absolutamente incomunicable, y por lo mismo perfectamente subsistente en sí mismo.
Boecio definió la persona diciendo que es la “substancia individual de la naturaleza racional”. Debe tenerse muy en cuenta lo que repetidamente dice Santo Tomás: que en esta definición de la persona la palabra individual se toma no sólo por el individuo de naturaleza, sino también, y principalmente por el individuo de subsistencia, o sea por la incomunicabilidad absoluta que dice la persona. La persona es la substancia individual perfectamente subsistente y absolutamente incomunicable a otra supuesta persona. O, si se quiere más brevemente, el individuo substancia de subsistencia perfecta.
Estos conceptos acerca de la persona son verdaderas definiciones metafísicas, ontológicas. Los modernos, en cambio, tienen una idea de la persona mucho más dinámica. Así por ejemplo Maritain define a la persona como “un centro de libertad que hace frente a todos los demás”. Ésta, y otras muchas que se podían dar, serían buenas (en caso de serlo, porque si no fuesen buenas, sería mejor no darlas). Pero todas ellas presuponen la definición ontológica que es la que en este caso nos interesa.2. Relación entre persona, subsistencia, hipóstasis y naturaleza.
En la historia, toda esta nomenclatura ha estado muy confusa hasta San Basilio, que determinó hablar “una ousía y tres hipóstasis”; y los latinos de “una sustancia o esencia y tres personas”. Esta cuestión la aborda Santo Tomás el el art. 2 de la q. 29.
Francisco Javier Cervigon